05 Noviembre 2012
Dean Baker
The Guardian Unlimited, 24 de octubre 2012
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Resulta notable que la Seguridad Social no haya figurado como una cuestión más destacada en la carrera presidencial. Al fin y al cabo, el gobernador Romney ha propuesto un plan que implicaría recortes de más del 40% para los trabajadores de clase media que estén incorporándose al contingente laboral. Puesto que la Seguridad Social es inmensamente popular en todo el espectro político, daría la impresión de que el presidente Obama podría lograr una enorme ventaja declarando su apoyo al programa.
Pero el presidente Obama ha rechazado de manera continuada salir en defensa de la Seguridad Social. De hecho, en el primer debate, dejó la cuestión fuera de la mesa, diciéndole al pueblo norteamericano que no hay gran diferencia entre su posición sobre la Seguridad Social y la de Romney.
Así visto, resulta difícil de entender. Además de ser política de la buena, hay una sólida base política para defender la Seguridad Social. El sistema de Seguridad Social constituye acaso la mayor historia de éxito de cualquier programa en la historia de los Estados Unidos. Al proporcionar un núcleo de renta para la jubilación, ha sacado a millones de jubilados y sus familias de la pobreza. También proporciona seguro de discapacidad a casi toda la mano de obra. Es mínimo el volumen de fraude en el sistema, y los costes administrativos son veinte veces menos que los costes de las aseguradoras del sector privado.
Por añadidura, el programa es más necesario que nunca. La mala gestión económica de las dos últimas décadas ha dejado a los baby boomers [nacidos en los años 60] mal preparados para la jubilación: pocos disponen de pensiones tradicionales. Los cracs del mercado de valores de los últimos 15 años han dejado agotados a los que tienen un plan 401(k)s, [1] y el desplome de la burbuja inmobiliaria destruyó buena parte del valor de sus viviendas, lo que ha constituido siempre la primera fuente de riqueza para las familias de renta media.
Sería estupendo que tuviéramos razones para creer que las generaciones siguientes iban a tener mejores perspectivas de jubilación, pero no las tenemos. Hasta en los buenos tiempos, el sistema 401(k) hace más por enriquecer al sector financiero que por proporcionar una renta segura para la jubilación. Cualquier proyección razonable indica que la Seguridad Social proporcionará el grueso de la renta de jubilación a la mayoría de los jubilados de clase media en un futuro prolongado. En este contexto, la idea de recortar prestaciones, aun en el caso de los trabajadores más jóvenes, parece errada.
Pero hay un conjunto más de consideraciones que afectan a la política de la Seguridad Social. Estas consideraciones guardan relación con la economía de las campañas políticas y los candidatos que se presentan a un cargo. La historia es bien sencilla: mientras que la Seguridad Social puede disfrutar de un abrumador apoyo a lo largo y ancho del espectro político, no cotiza ni de lejos igual de alto entre las gentes opulentas… que financian las campañas políticas y poseen los principales medios informativos. La filosofía predominante en este grupo es que un dólar en el bolsillo de los trabajadores es un dólar que podría estar en el bolsillo de algún opulento… y esta gente contempla la Seguridad Social como algo que mete muchos dólares en los bolsillos de la gente que no es rica.
Recortar las prestaciones podría significar retrasos a la hora de devolver el pago de los bonos del gobierno que mantiene el fondo fiduciario de la Seguridad Social. El dinero para devolver estos bonos vendría primordialmente de un ingreso fiscal relativamente progresista. Está claro que los ricos no desean ver cambios como la elevación del tope en los salarios que están sometidos al impuesto de la Seguridad Social, que se encuentra actualmente por encima de los 110.000 dólares.
Por esta razón, un candidato que se manifiesta a favor de proteger la Seguridad Social puede esperar repercusiones en las aportaciones a sus campañas. También puede prever una zurra por parte de los principales medios tanto en el apartado de opinión como en el de noticias. Mientras que en principio se supone que estas secciones mantienen una estricta separación, los propietarios y/o altos gestores de los medios no tienen reparos en eliminar esta distinción cuando se trata de la Seguridad Social, y en utilizar ese nuevo espacio para atacar a los que la defienden.
La otra cara de la moneda en esta historia es que los políticos, sobre todo los demócratas, que hablan a favor de los recortes de la Seguridad Social pueden contar con espléndidas loas de parte de los medios. Figuras políticas que no son de patente estatura, como el antiguo senador de Luisiana, John Breaux o el antiguo senador por Indiana, Evan Bayh, fueron encumbrados por los medios por su disposición a recortar las prestaciones de la Seguridad Social. Tras abandonar el Senado, ambos desempeñaron puestos de cabildero en los que casi sin duda debían ganar muy por encima del millón de dólares al año.
Esta es la economía fundamental de la Seguridad Social que explica por qué no ha figurado de modo más destacado en la carrera por la presidencia. Si el presidente saliera en defensa del programa, podría contar con perder el respaldo financiero de muchos partidarios. También recibiría una zurra del Washington Post y otros importantes medios informativos por desafiar su orden del día.
Son esos los rigurosos datos económicos con los que deben lidiar el presidente Obama y otros políticos.
Dean Baker es un macroeconomista estadounidense y cofundador del Center for Economic and Policy Research.
Nota del t:[1] 401(k) es en los Estados Unidos un tipo de cuenta de ahorros para la jubilación, que toma su nombre de un subapartado del Internal Revenue Code (Título 26 del Código de los EE.UU.) Los del 401(k) son “planes de aportaciones definidos” con aportaciones anuales limitadas (actualmente a 17.000 dólares). Las aportaciones son “fiscalmente diferidas”, se deducen de la nómina antes de impuestos y se gravan fiscalmente al retirarse de la cuenta 401(k). Dependiendo del programa del empleador, una parte de la aportación del empleado puede ser cubierto por aquel. (De Wikipedia).