13 Mayo 2013
Mark Weisbrot
Al Jazeera English, 10 de mayo, 2013
En Inglés
La probabilidad y las estadísticas no figuraban en la lista de favoritos de la mayoría de los graduados universitarios que tenían que aprobar un curso en esta materia – todas esas permutaciones y combinaciones y distribuciones de probabilidad generalmente dejan a muchas cabezas dando vueltas. Pero su relevancia en el mundo real ha ido en aumento en los últimos años, mientras que las encuestas políticas se han hecho más ampliamente usadas y sofisticadas. Nate Silver del New York Times y Sam Wang del Princeton Election Consortium (Consorcio Electoral de Princeton) han mostrado de manera elocuente que esta rama de la matemática aplicada, combinada con un buen abanico de sondeos, puede ser un excelente predictor de los resultados de una jornada electoral. Silver se convirtió en el ‘geek’ más famoso de los Estados Unidos: Jon Stewart lo proclamó “el lord y dios del algoritmo.”
¿Pero qué hay de una elección que ya ocurrió? ¿Podemos utilizar la probabilidad y las estadísticas para determinar si un conteo estrecho de votos fue robado por medio del fraude? Normalmente un resultado electoral estrecho sería difícil de adivinar empleando encuestas pre-electorales o de boca de urna. Pero existe una elección en particular donde el análisis estadístico nos ofrece una respuesta que es enormemente más certera que cualquier recolección de encuestas. Y resulta ser el objeto de cierta controversia.
El 14 de abril en Venezuela, Nicolás Maduro, del partido de gobierno, ganó por un margen más estrecho de lo esperado de 50,8 por ciento del voto, contra el 49 por ciento para su competidor Henrique Capriles. Se trataba de un margen de unos 270.000 votos. Capriles inmediatamente exigió un “reconteo” total, y la administración Obama se le sumó, diciendo que no lo reconocería como el nuevo presidente has que se hiciera una auditoría del 100 por ciento de los comprobantes de voto emitidos por las máquinas de votación venezolanas. Capriles primero aceptó, luego rechazó una auditoría por el Consejo Nacional Electoral, sin embargo, mucha gente, no solo en Venezuela sino en el mundo entero, sigue dudando si el conteo de votos en realidad arrojó al verdadero ganador.
¿Debieran dudar? En realidad, no. No existe verdaderamente duda alguna acerca del resultado, ya que se pueden llevar a cabo análisis estadísticos relativamente sencillos, en base a lo que ocurrió el día de la elección. Después de pasar una identificación muy completa, que incluye su huella dactilar, los venezolanos seleccionan su opción en una pantalla de computadora. Luego reciben un comprobante impreso de papel que confirma su voto, y lo colocan en una caja sellada de resguardo. Cuando cierra la jornada electoral, se selecciona una muestra aleatoria de las máquinas, con por lo menos una máquina por cada centro de votación. El conteo de los recibos de papel luego se compara con el de la máquina, para certificar que coincidan. Esto se lleva a cabo en presencia de los testigos de ambos lados, además de los funcionarios electorales; los miembros de la comunidad también están invitados a presenciar el proceso.
No ha habido denuncia alguna de discrepancias entre el conteo de la máquina y los comprobantes de papel. Capriles y su campaña no han presentado ni una sola alegación de tal discrepancia.
Entonces, la pregunta es: ¿Qué tan probable sería que la auditoría de 20.825 máquinas no arrojaran errores, si de hecho Capriles fuera el verdadero ganador? La respuesta, como lo describimos en este nuevo estudio es que es que la probabilidad es mucho menor a ‘uno en 25 mil trillones’. Realmente no existe manera alguna de obviar esta conclusión, y no depende de otro supuesto más allá de lo que decenas de miles de personas pudieron atestiguar en la auditoría de voto de esas 20.825 máquinas.
Los resultados son intuitivos: si existiera un fraude lo suficientemente grande para mover 135.000 votos de un candidato al otro, se hubiera descubierto en alguna de esas 20.825 máquinas. Pero no fue así. De manera que puedes escoger: puedes creer que el mundo presenció algo tan poco probable que requeriría de una explicación sobrenatural; un resultado de auditoría que tendría una probabilidad mucho menor a uno en 25 mil trillones de que ocurriera. Es eso lo que Capriles y sus partidarios están sosteniendo, al reclamar que una auditoría de las máquinas restantes cambiaría el resultado de la elección. O puedes creer que Maduro de veras ganó la elección.
Nate Silver triunfó contra sus críticos y los expertos que insistían que las elecciones presidenciales del 2012 en los Estados Unidos eran “demasiado reñidas como para poder anticiparlas”, y pudo predecir correctamente los resultados en 50 de los 50 estados. Pero el propio resultado de la elección venezolana es mucho más sencillo que cualquier predicción, y considerablemente más certero. Entonces, ¿por qué tanta gente lo tilda de incierto?
Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.