06 Junio 2013
Dean Baker
Truthout, 7 de mayo, 2013
El Mono Político, 9 de mayo, 2013
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La agencia de calificación Moody’s se hizo famosa por dar calificaciones AAA a los valores respaldados por hipotecas subprime en el apogeo de la burbuja inmobiliaria. Esto facilitó a bancos de inversión como Goldman Sachs y Morgan Stanley vender esos valores por todo el mundo. Y permitió a la burbuja inmobiliaria volverse cada vez más grande y peligrosa. Sabemos qué nos ha dejado eso.
Bien, Moody’s está de regreso. Ha anunciado planes para cambiar el modo en que trata las obligaciones de las pensiones a la hora de calificar las deudas estatal y local.
En vez de aceptar proyecciones de rendimientos de los fondos de pensiones con base en los activos que ellos tienen, Moody’s quiere usar una tasa de descuento libre de riesgo para evaluar las obligaciones de los fondos de pensiones. Esto hará que las pensiones públicas parezcan mucho peor financiadas que con el método actual.
Aunque esto pueda parecer muy técnico, tiene consecuencias bastante reales. Si la metodología de Moody’s se acepta como base de contabilidad por los gobiernos estatales y locales, estos se verán de repente necesitados de grandes cantidades de ingresos para garantizar las pensiones con la financiación apropiada. Esto enfrentará directamente a los trabajadores del sector público, que están contando para su retiro con las pensiones que se han ganado, con los alumnos de escuela, familias de bajos ingresos y otros sectores que dependen de servicios apoyados por el Estado.
En otras palabras, este es exactamente el tipo de políticas que gusta a los tíos de Wall Street y del Uno Por Ciento. No importa qué bando pierda, ellos ganan. Mientras los trabajadores del sector público combaten con la gente dependiente de servicios estatales y locales, ellos se llevan todo el dinero.
Wall Street es experta en esa clase de trucos contables; después de todo es lo que hace para ganarse la vida. Y esta no es la primera vez que juega esta clase de partidas para imponer su agenda.
La crisis actual del Servicio Postal, que tiene previstos despidos masivos y recortes en su servicio de entregas, es claramente el resultado de ardides contables. En 2006, el Congreso aprobó una ley que requería un nivel sin precedentes de prefinanciación para las prestaciones sanitarias de los jubilados. Al Servicio Postal no sólo se le ha requerido que garantice un nivel masivo de prefinanciación; también se le ha impuesto la utilización de proyecciones más pesimistas sobre crecimiento de costes que cualquier plan conocido en el sector privado.
Este requerimiento es la base para las historias de horror de pérdidas mil-millonarias que aparecen destacadas en las noticias sobre el Servicio Postal. El Servicio Postal se enfrentaría de todos modos a dificultades para adaptarse al rápido declive del servicio tradicional de correo (con la ayuda adicional de que le han prohibido usar sus enormes recursos para expandirse a nuevas líneas de negocio), pero la maniobra contable antes citada le está imponiendo una carga imposible de sobrellevar. El cambio en la contabilidad del fondo de pensiones podría tener un impacto comparable en los gobiernos estatal y local.
El cambio de Moody’s en la contabilidad no es solo una mala política; es una política horrible. La pregunta clave es cómo deberíamos evaluar por anticipado los rendimientos de los fondos de pensiones con base en los bienes que mantienen en el mercado de valores. Moody’s y otras agencias de rating suspendieron de manera terrible la prueba en los 90 y en la década del 2000. Asumieron que el mercado de valores proveería una tasa histórica de rendimiento incluso cuando el ratio precio-ganancia más que duplicaba la media históricaoprica en el apogeo de la burbuja ratios entre preicio y gananiasórica en el apogeo de la burbuja del mercado de valores.
Mientras algunos de nosotros intentamos lanzar advertencias en aquel momento (aquí y aquí), las agencias de rating no estaban interesadas en escuchar. Como resultado, cuando el mercado de valores se hundió, muchas pensiones que antes parecían sólidamente financiadas se enfrentaron de repente a recortes sustanciales.
Es posible construir una metodología para calcular rendimientos futuros con base en valoraciones actuales de mercado y proyecciones de crecimiento de beneficios, de modo que permita mantener niveles de financiación apropiados y minimizar al mismo tiempo la variación de las contribuciones a lo largo del tiempo. Por contra, si los fondos de pensiones adoptaran la metodología de Moody’s como base para sus programas de aportaciones, se encontrarían a sí mismos haciendo aportaciones muy grandes durante unos años, seguidas de años en los que harían aportaciones pequeñas o nulas.
Un gobierno estatal o local que usara la metodología de Moody’s para orientar sus aportaciones estaría en la práctica prefinanciando sus pensiones de la misma manera que lo sería prefinanciar la educación creando una cuenta bancaria enorme para que la educación primaria y secundaria se pagara con los intereses anuales. Aunque sería bueno que el coste de esos servicios estuviera totalmente cubierto todo el tiempo, nadie piensa que esta política tenga sentido. Estaríamos sobrecargando enormemente de impuestos a los trabajadores actuales para que futuras generaciones puedan obtener un enorme respiro impositivo.
Peor aun, la puntuación de Moody’s de las pensiones puede desanimar a muchos gestores de pensiones para mantener acciones. Se les consideraría responsables de cualquier pérdida en los años malos, pero no recibirían reconocimiento por la expectativa de rendimientos más altos por las acciones. Por este motivo, los gestores de pensiones renuentes al riesgo podrían decidirse por bonos seguros, pero de bajo rendimiento.
Esto conduciría a la situación perversa de que fondos de inversión colectiva en pensiones sólo tendrían bonos seguros, incluso aunque el momento del mercado supusiera bajo riesgo para ellos. Del otro lado, inversionistas privados, que son enormemente vulnerables a los vaivenes del mercado, tendrían acciones con sus planes de jubilación.
Ese resultado no tiene sentido. Pero, por supuesto, no tenía sentido que valores respaldados por hipotecas subprime fueran AAA. Estamos hablando de Moody’s.
Dean Baker es un macroeconomista estadounidense y cofundador del Center for Economic and Policy Research.