26 Marzo 2013
Mark Weisbrot
Al Jazeera English, 17 de marzo, 2013
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La reacción sin precedente a la muerte del presidente Venezolano Hugo Chávez, en todo el mundo pero especialmente en el hemisferio occidental, ha ilustrado fuertemente el mundo multipolar por el que luchaba Chávez. 55 países fueron representados en su funeral el ocho de marzo, 33 por jefes de Estado (incluyendo a todos los Latinoamericanos). Catorce países latinoamericanos declararon días de luto, incluso el gobierno derechista de Chile. En contraste a las demonstraciones de compasión, y el honor y respeto que vinieron de los jefes de Estado Latinoamericanos, la casa blanca en Washington publicó una declaración corta y insensible que – al horror de muchos Latinoamericanos – ni siquiera ofrecía condolencias.
Parece que el presidente democráticamente elegido más demonizado en la historia del mundo tenía muchos amigos y admiradores – y no solo los “países enemigos” como Irán o Siria que siempre son los primeros en ser mencionados por la prensa de Estados Unidos. Ahora nos dicen que las demonstraciones de simpatía solo se explican por el petróleo Venezolano, pero ninguna persona de la familia real de Arabia Saudita ha recibido este tipo de respecto, ni vivo ni muerto.
Los lectores del New York Times probablemente se sorprendieron al aprender de un artículo de opinión la semana pasada escrito por Lula da Silva, el anterior presidente de Brasil, que él y Chávez eran aliados cercanos y que compartían una visión por Latinoamérica. Siempre fue así: en 2006, después de que Lula fuera reelegido, en su primer viaje internacional fue a Venezuela para ayudar a la campaña electoral del Presidente Chávez.
Seamos honestos: lo que Chávez decía sobre las actividades de Washington en el mundo era lo que todos los presidentes de izquierda –quienes ahora son la mayoría de Suramérica– estaban pensando. Y en el caso de Chávez, no solo era retórica. Como observó Lula, Chávez jugó un papel importante en la formación de UNASUR, CELAC, y otros esfuerzos por integración regional.
“Ojala que sus ideas lleguen a inspirar a jóvenes en el futuro, como la vida de Simón Bolívar, el gran libertador de Latinoamérica, inspiró al Sr. Chávez,” escribió Lula.
Chávez fue el primero de lo que sería una larga línea de presidentes de izquierda elegidos democráticamente que han transformado a Latinoamérica, y especialmente a Suramérica durante los últimos quince años, incluyendo a Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Lula da Silva antes de Dilma Rousseff en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua, Fernando Lugo en Paraguay, José“Pepe” Mujica en Uruguay, y Mauricio Funes en El Salvador. Antes de Chávez, presidentes de izquierda elegidos democraticamente frecuentemente terminaban como Salvador Allende de Chile –tumbado en 1973 en un golpe de Estado apoyado por la CIA. Mucha de la izquierda Latinoamericana, como Chávez mismo, todavía no confiaban en el éxito del modo de cambio social electoral más que 20 años después, ya que los élites locales, apoyados por Washington, tenían el veto extra-legal cuando lo necesitaban.
Chávez pudo jugar un papel vital en la “segunda independencia” de Suramérica porque era diferente a otros jefes de Estado y en muchas maneras importantes. Me di cuenta de esto cuando lo conocí por la primera vez en abril del 2003. Recuerdo que él trataba igual a todo el mundo—desde sus servidores en el palacio presidencial a los visitantes quienes el respetaba y admiraba. Él hablaba mucho, pero también era bueno para escuchar. Recuerdo una cena unos años después con mas de 100 representantes de grupos de la sociedad civil Latinoamericana – activistas trabajando por la cancelación de la deuda, la reforma agraria, y otras luchas. Chávez se sentó y escuchó con paciencia, tomando notas por una hora mientras sus invitados describían sus esfuerzos. Luego él repasó sus notas, y dijo, “Bueno, así es como quizás podremos ayudarlos.” No puedo imaginar ninguna otra persona haciendo lo mismo.
No era una persona falsa – no había nada falso en él. Decía lo que estaba pensando, y claro que no siempre era apropiado para un jefe de Estado. Pero a la mayoría de Venezolanos les encantaba su sinceridad porque lo hacía más real que otros políticos, y por lo tanto alguien en quien podrían confiar.
Su actitud hacia otros gobiernos era similar. Aunque él tuvo peleas políticas grandes y públicas con algunos gobiernos, él casi nunca criticaba a otro jefe de Estado si no lo atacaban primero a él. Intentó por varios años tener una buena relación con el presidente derechista de Colombia, Álvaro Uribe, hasta que Uribe lo traicionó, lo que él interpretó (probablemente correctamente) como Uribe actuando por parte de Estados Unidos. Cuando Manuel Santos, quien había sido el Ministro de Defensa bajo Uribe, se convirtió en presidente y decidió forjar una buena relación con Chávez, él estaba empujando una puerta que ya estaba abierta. Las relacione entre los dos países fueron arregladas de inmediato. Chávez era bueno con el que era bueno con él.
Pero se trataba más que de su personalidad o una búsqueda de alianzas- que necesitaba para sobrevivir- después de que el gobierno de Bush hizo quedar claro su intención de tumbarlo en 2002. (Aunque casi nunca fue reportado en los medios de Estados Unidos, las evidencias documentadas que demuestran el involucramiento de Washington en el golpe de Estado militar de 2002 en contra de Chávez son muy fuertes.) Chávez tenía una manera muy solidaria de ver el mundo. Él y su gobierno tenían muchas políticas que no formaban parte del punto de vista de que “las naciones no tienen amigos, solo intereses”. Él veía a las injusticias en la economía y política internacional de la misma manera que veía a las injusticas sociales en Venezuela- como un mal social y algo que se puede luchar en contra de y ganar. ¿Por qué deberían Estados Unidos y unos pocos aliados más controlar el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial? ¿O escribir las reglas del comercio internacional en la Organización Mundial del Comercio (OMC), o en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) (que Chávez ayudó a derrotar)? Venezuela no tenía interés en estos temas, ya que es un exportador de petróleo.
Pero Chávez pensaba que eran importantes y sus ideas coincidían con lo que estaba pasando en el mundo: estaba rápidamente convirtiéndose en un mundo más económicamente multipolar. Por ejemplo, China es ahora, usando las mejores estimaciones económicas de su taza de cambio (paridad de poder adquisitivo), la más grande economía del mundo, pero casi no es escuchado en cuanto a estas instituciones multilaterales importantes. Otros países en desarrollo son escuchados todavía menos. Las ideas de Chávez, entonces, resonaron fuerte en muchas partes del mundo, y especialmente en América Latina.
Por otro lado, sus catorce años gobernando muestran el enorme poder de los medios en cuanto a la formación de la opinión pública. La mayoría de gobiernos conocen sus logros, pero como los medios de Estados Unidos y América Latina reportaron noticias negativas casi exclusivamente sobre Venezuela por catorce años -muchas veces también con tremendas exageraciones- mucha gente en el hemisferio occidental nunca aprendió ni los hechos más básicos sobre Venezuela o lo que estaba haciendo Chávez.
Ellos no saben que, una ves que Chávez obtuvo control de la industria petrolera, la economía de Venezuela creció muy bien, la pobreza fue reducida por la mitad, y la pobreza extrema por setenta porciento. Ellos no saben que la mayoría de estas ganancias vinieron de un incremento en el empleo en el sector privado y no de “regalos del gobierno”. Ellos no saben que millones de venezolanos obtuvieron acceso al cuidado médico básico, por la primera ves en sus vidas, y que la educación subió en todos los niveles, y además con la duplicación de la matriculación universitaria; ni que las pensiones publicas subieron de 500,000 personas a más de dos millones. Los medios occidentales han casi siempre reportado a Venezuela como un fracaso económico y político. Y la mayoría de gente no sabe que Venezuela no se parece nada a un “régimen autoritario”, y que la mayoría de los medios venezolanos siguen oponiéndose al gobierno.
Ellos no saben lo que Chávez hizo por el hemisferio –no solo por los miles de millones de dólares de ayuda financiera distribuida a través del programa Venezolano de Petrocaribe, y otras fuentes de asistencia, sino también –como explicó Lula- el papel que él jugó en forjar unidad y la segunda independencia de América Latina.
Esta independencia es mucho más que un tema de orgullo nacional o regional, o uno de los cambios geopolíticos más grandes hasta ahora en el siglo 21. Ha tenido grandes consecuencias para la gente de América Latina, donde la taza de pobreza ha caído del 42 porciento a inicios de la década a 27 porciento en 2009. Es difícil imaginar este tipo de progreso cuando la región estaba todavía bajo la tutela del FMI y Washington; y es que la región, toda junta, casi no tuvo crecimiento per cápita del PIB desde 1980-2000.
La mayoría de gente en Hemisferio Occidental ha recibido una representación de Venezuela que se puede describir como un “vistazo estilo Tea Party”, con poca diferencia entre la representación mediática liberal y de la derecha del país y su gobierno. Es prácticamente casi tan partidario como la representación de Estados Unidos que recibieron los ciudadanos de la Unión Soviética en la televisión durante la década de los 1980 – gente en colas de desempleo y de comedores gratuitos, pobreza y brutalidad por parte de la policía. Ellos tenían que encontrar fuentes externas para saber que la mayoría de Estadounidenses todavía eran de la clase media y que tenían uno de los estándares de vida más altos del mundo.
Entonces ahora hay una batalla para definir el legado de Chávez –y hay mucha gente tratando de proteger los avances difícilmente ganados que hicieron para demonizar a Chávez. Para ellos la demonstración de respeto y honor por Chávez es un gran problema.
Tiene sentido que la muerte de Chávez refleje no solamente las batallas en las que él lucho, sino las relaciones que él ayudó cambiar. Durante sus catorce años en el poder Estados Unidos perdió mucha de su influencia en América Latina, especialmente en Suramérica. Entonces se puede decir con cierta certeza que en su batalla con Washington, Chávez ganó. Y con él también ganó la región y el mundo. Por eso será recordado siempre, y honrado y respetado, como lo fue el ocho de marzo, por todo el mundo.
Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.