16 Abril 2002
Mark Weisbrot, 16 de abril, 2002 En inglés
La Democracia Venezolana Sobrevive, en Contra de la Voluntad de Washington
Por Mark Weisbrot
Knight-Ridder/ Servicios de Información Tribune – 15 de abril, 2002
Houston Chronicle – 16 de abril, 2002
San Diego Union-Tribune – 17 de abril, 2002
Pioneer Press (St. Paul) – 17 de abril, 2002
Kansas City Star – 22 de abril, 2002
Sunday Gazette Mail (Charleston, WV) – 22 de abril, 2002
Un chiste que antes era popular en América Latina se ha convertido aplicable otra vez: ¿Por qué nunca ha habido un golpe militar en los Estados Unidos? Respuesta: porque no hay embajada norteamericana aquí.
Los Latinoamericanos no se sorprenderán leer que los militares han dado un golpe de estado en el cual expulsaron al Presidente Hugo Chávez de Venezuela por casi dos días, fue bien instrumentado y planeado por lo menos seís meses, de acuerdo con el Washington Post, y los conspiradores visitaron la Embajada de Estados Unidos en Caracas, buscando apoyo.
Washington negó haber tenido algo que ver con el golpe militar, y nosotros probablemente no sabrémos por un tiempo cuál rol, si alguno, fue jugado por el gobierno de los Estados Unidos. Eso tomó un par de años y una investigación congresional para desclasificar los detalles de los Estados Unidos en el gran envolvimiento para echar abajo el gobierno electo de Chile en 1973.
Pero el apoyo de la Administración de Bush para el golpe militar de los venezolanos, fue descalificado – – en realidad trató de negar que esto fue un golpe militar. Esto fue una posición ridícula: el presidente electo del país fue arrestado y reemplazado por los militares, y su reemplazamiento disolvió la Asamblea Nacional Electa y la Corte Suprema. Si eso no es un golpe militar, entonces no hay tales cosas.
Entonces la administración de Bush debe cargar alguna responsabilidad por el soporte en el fallado golpe militar, no importando el nivel de envolvimiento en los eventos que los llevó hasta eso. La administración ha mandado un claro y feo mensaje al mundo; pueden jugar por las reglas, pero para nosotros no hay reglas. Lo de ellos es la ética de los terroristas, manejando no por la desesperación de los pobres y menos poderosos, pero si por el deseo del más rico y más poderoso estado en el mundo para regir encima de los demás.
Afortunadamente para el hemisferio, habían otros gobiernos– – México, Argentina, Perú, para nombar unos cuantos — que mostraron más respeto por la democracia que nosotros mismos. Ellos negaron reconocer el nuevo gobierno. La Organización de los Estados Americanos condenaron “la alteración del orden constitucional en Venezuela.” Y después habían los pobres venezolanos, quienes después de casi dos décadas de “Reformas Económicas,” patrocinado por Washington, ahora comprende la inmensa mayoría de la población. Ellos tomaron las calles demandando el regreso de su gobierno democráticamente elegido.
Esta resistencia internacional y doméstica, combinada con el restante soporte de Chávez dentro de la milicia, fue suficiente para revertir el golpe militar el domingo. Pero la hostilidad de la Administración de Bush a Chávez probablemente continuará. Venezuela es el tercer más grande productor de OPEP [Organización de Paises que Exportan Petroleo] en petroleo, y Chávez, diferente a su antecesor, se ha adherido estrictamente a las quotas de OPEP ( los precios del pretroleo brincaron un 3.9 por ciento después de su regreso al palacio presidencial, después de bajar el 6.1 porciento durante el golpe militar). Se ha negado a dar soporte a el escalamiento de Washington en la guerra en Colombia, donde los civiles son indiscriminadamente asesinados por los escuadrones de la muerte aliados con las fuerzas armadas de Colombia. Y también hay su la relación cercana de Chávez con Fidel Castro.
Uno de los sucesos más avergonzantes durante los últimos días fue el soporte del periódico líder norteamericano para el golpe militar de Venezuela. El New York Times y el Washington Post hicieron resonante aprobación al golpe militar en sus editoriales del sábado. Los consejos editoriales de esos periódicos deberían comprometerse en un exámen — de conciencia seria — de cómo ellos pudieron abandonar tan fácilmente el más fundamental de los principios de la democracia.
Cínicos dirán que los Estados Unidos han tenido una larga y sórdida historia de soportar los golpes militares y las dictaduras por encima de la democracia, cuando nuestro gobierno sentía temor o no le gustaba el resultado de las elecciónes democráticas. Esto es ciertamente verdad, pero in casi todos los casos ellos han tenido lo que la CIA llama “negación plausible.”
En El Salvador y Guatemala en 1970 y 80, cuando los Estados Unidos soportaron gobiernos y militares que hacían matanzas de miles de civiles, nuestros líderes mantuvieron la ficción de que los gobiernos no fueron responsables por las matanzas. Cuando Washington trató de echar abajo el gobierno de Nicaragua en los 1980s, fingía que este gobierno no fuera legítimo. Cuando los oficiales militares quienes fueron pagados por la CIA echaron abajo el primer gobierno electo democráticamente de Haití en 1991, la Administración de Bush (padre) dijo que él estaba en contra del golpe militar.
Pero ahora nadie niega que Hugo Chávez es el presidente electo democráticamente de Venezuela, sin embargo nuestro gobierno y las políticas establecidas – – incluyendo a la prensa – – consideran que es legítimo echar abajo su gobierno usando la fuerza.
Chávez ha sido conciliatorio después de su regreso, ofreciendo concesiones a los empleados de la Compañía de Petroleo del País, quienes lideraron las protestas que culminaron en el intento del golpe militar. La Administración de Bush no se ha arrepentido, con la Consejera de Seguridad Nacional Condoleeza Rice advirtiendo a Chávez para “respetar los procesos contitucionales.” Si solamente Washington podría aprender lo mismo.
Mark Weisbrot es co-director del Centro de Investigación de la Economía y la Política.