¿Provee la televisión venezolana cobertura de oposición al gobierno?

24 Febrero 2014

Mark Weisbrot
The Americas Blog (CEPR), 24 de febrero 2014

En inglés

El New York Times comienza su reportaje del viernes sobre Venezuela con: “La única emisora de televisión que frecuentemente transmite voces críticas al gobierno fue vendida el año pasado y los nuevos dueños han ablandado su cobertura de las noticias”.

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) señaló la semana pasada: “Prácticamente todos los canales televisivos de Venezuela están controlados por el gobierno de Maduro o se han aliado con él, y han ignorado las protestas nacionales”.

Previo a entregarse a las autoridades para su arresto el pasado martes (18 de febrero), el líder de oposición Leopoldo López dijo, “ya no nos quedan medios libres en Venezuela para poder expresarnos”.

¿Son estas afirmaciones ciertas o falsas? Afirmaciones similares son hechas repetidamente en las cadenas noticiosas internacionales más importantes que cubren la situación en Venezuela y éstas son generalmente aceptadas como ciertas. Sin embargo, declaraciones como éstas deben ser basadas en los hechos, independientemente de si uno simpatiza con la oposición o con el gobierno, o con ninguno.

Resulta ser que los datos publicados por el Centro Carter sobre la cobertura mediática durante la campaña para las últimas elecciones presidenciales, en abril del año pasado, indican que los dos candidatos tuvieron una representación en la cobertura televisiva más o menos equitativa.

Regresaremos más tarde al informe del Centro Carter, pero antes, una breve evaluación de los datos basada en los eventos y cobertura recientes. Podemos evaluar las recientes transmisiones de las emisoras de televisión más importantes en el país. La emisora de televisión más importante es Venevisión, la cual es propiedad del multimillonario magnate de los medios de comunicación, Gustavo Cisneros. Según el Centro Carter, la emisora ha captado alrededor del 35 por ciento de la audiencia que ha visto las noticias durante los “recientes eventos destacables clave”. Si observamos su cobertura de los eventos desde que comenzaron las manifestaciones el 12 de febrero, podemos encontrar abundante programación en la que “voces críticas al gobierno”, y de hecho, líderes de oposición, son “transmitidas frecuentemente”. Por ejemplo, aquí tenemos una entrevista en un programa de noticias de Venevisión con Tomás Guanipa, líder del partido de oposición Primero Justicia y representante ante la Asamblea Nacional. En ella, él defiende las manifestaciones y acusa al gobierno de haber torturado a estudiantes.

Acá tenemos una larga entrevista con María Corina Machado, una de los líderes de oposición más prominentes y de línea dura que busca derrocar al gobierno. Ella también acusa al gobierno de torturar estudiantes y defiende el aspecto más controversial de las actuales manifestaciones: ella argumenta que el pueblo tiene el derecho de derrocar al gobierno democráticamente electo. (Esto es algo que no aparecería en un programa de televisión en la mayoría de países alrededor del mundo en una situación como la que se tiene actualmente en Venezuela, en donde las amenazas de derrocar al gobierno se han intentado y llevado a cabo repetidamente en los últimos 12 años.) Esta entrevista fue hecha por Globovisión, la emisora que, según se queja el informe del New York Times mencionado anteriormente, ha “ablandado su cobertura de las noticias”.

Las anteriores transmisiones muestran que, para comenzar, la afirmación del New York Times es falsa, dado que en el pasado, Venevisión y otras emisoras han transmitido regularmente estas voces críticas y aún lo siguen haciendo. Pero además, muestra que las implicaciones del periodista del Times de que la venta de Globovisión de alguna manera convirtió al canal en uno favorable al gobierno es algo bastante engañoso. Es cierto, el canal ha “ablandado sus reportajes”. Pasó de ser algo comparable a Fox News con esteroides, a algo como NBC, CBS o CNN en EE.UU.: con una cobertura de las noticias que se adhiere a la norma periodística que dice que debe existir un balance. Ahora bien, para muchos derechistas en EE.UU., alguien que no sea Fox News es un apologista del gobierno de Obama. Es extraño que algunos periodistas, quienes no aceptarían esa formulación en Estados Unidos, la hayan adoptado en sus informes sobre Venezuela.

Pero eso es una cuestión de ser extremadamente engañoso; volvamos a los simples hechos. Los ejemplos anteriores, así como los enlaces a fuentes electrónicas a continuación, muestran que la primera parte de la frase introductoria en el artículo del New York Times es falsa. De manera similar, la afirmación del CPJ es falsa: los canales de televisión con la mayoría de televidentes en Venezuela no están “controlados por el gobierno de Maduro o se han aliado con él”, ni tampoco “han ignorado las protestas nacionales”.

Esto no quiere decir que no sean partícipes de una autocensura: sí lo son. Claramente esto también es cierto alrededor del mundo, incluso en Estados Unidos (en donde alcanza niveles extremos en torno a ciertos temas). En Venezuela, existe una historia tras la reciente renuencia de algunos canales de televisión a mostrar imágenes en tiempo real sobre la violencia en las manifestaciones: en el año 2002, los canales de televisión más importantes manipularon las imágenes de tiroteos que ocurrieron durante una manifestación y, a través de repetidas transmisiones, convencieron a gran parte del país y del mundo de que las fuerzas del gobierno habían cometido una masacre, ocasionando así, (junto con otras acciones de los medios y apoyo de EE.UU.), un golpe militar. Ocho meses después, la industria petrolera nacional, controlada por la oposición, y varios negocios de empresarios de oposición, se declararon en huelga, una vez más con la intención de derrocar al gobierno. Las emisoras más importantes de televisión transmitieron “anuncios” durante todo el día haciendo un llamado al pueblo para que saliera a las calles y derrocara al gobierno.

Pero de cualquier manera, las manifestaciones y los puntos de vista de los manifestantes aún son bastante visibles en los medios privados de televisión, los cuales han capturado entre 74 y 92 por ciento de la audiencia televisiva, dependiendo de lo que esté sucediendo en el país.

Y además, las críticas al gobierno están por todos lados en los medios. Es más, el periódico más importante del país, Últimas Noticias, publicó la semana pasada un convincente informe de investigación sobre el tiroteo en el que murió Bassil Da Costa, un estudiante manifestante. Últimas Noticias no es ni pro gobierno ni pro oposición, y hasta octubre del año pasado, era propiedad de la familia Capriles. (Aclaración: yo escribo una columna mensual para la edición de los domingos). Tras reconstruir las imágenes de varias cámaras de video en la escena del tiroteo, el informe identifica a sospechosos que eran miembros del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) y a otros que vestían de civiles pero que parecen estar coordinando con los agentes del SEBIN. Como resultado, varios de los agentes presentes en la escena han sido arrestados y la policía está buscando a los otros sospechosos. Adicionalmente, el director del SEBIN ha sido destituido. Yo desearía que tuviéramos más de este tipo de informes investigativos sobre homicidios causados por la policía en Estados Unidos.

Pero, de nuevo, volvamos a la evaluación de los hechos. ¿Están “controladas por” o “aliadas con” el gobierno las emisoras privadas de televisión? En vez de simplemente analizar la cobertura de eventos recientes, podemos recurrir a un estudio más sistemático realizado por el Centro Carter de la cobertura más importante durante la última campaña electoral para la presidencia en abril del año pasado. El estudio halló que:

Si se discrimina la cobertura por canales, se tiene que la realizada por las estaciones privadas mostró una mayor proporción para el candidato Henrique Capriles Radonski, sus actos de campaña y sus seguidores (73 por ciento), otorgando al candidato de gobierno, Nicolás Maduro, sus actos de campaña y sus seguidores un porcentaje mucho menor (19 por ciento). El desbalance observado en la cobertura del canal estatal, sin embargo, fue aún mucho más pronunciado. El 90 por ciento de la cobertura de este canal se concentró en el candidato de gobierno, mientras que las actividades de campaña del candidato opositor apenas recibieron el 1 por ciento.

Y también que:

Con respecto al tono de la cobertura, el monitoreo encontró un 91 por ciento de notas positivas para el candidato Nicolás Maduro en los medios públicos. Por el contrario, en estos medios Capriles no tuvo ninguna nota positiva (el 91 por ciento de las notas registradas fueron negativas y el 9 por ciento restante neutra). En lo que hace a los medios privados, el candidato Henrique Capriles obtuvo un 60 por ciento de cobertura positiva (con un 23 por ciento negativa y un 17 por ciento neutra), mientras que Maduro obtuvo un 28 por ciento (con un 54 por ciento de notas negativas y un 18 por ciento neutro).

Ahora bien, esto indica un sesgo más pronunciado en los medios públicos (a favor del gobierno) que en los medios privados de televisión (a favor de la oposición), en términos de ambos , la cantidad y el tono de la cobertura de los dos candidatos. Sin embargo, el Centro Carter informa que los medios privados de televisión tienen, cuando se trata de “recientes eventos destacables clave”, alrededor del 74 por ciento de la cuota de audiencia para las noticias, mientas que el porcentaje para el Estado es de apenas un 26 por ciento. El Centro Carter no hizo los cálculos, pero si usamos los porcentajes de 74 y 26 para la televisión privada y pública, respectivamente, esto le daría a Maduro alrededor de un 54 por ciento de la cobertura electoral y a Capriles un 44 por ciento.[1] Sin embargo, existen razones para creer que esta distribución de porcentajes de 74 y 26 por ciento sobreestima de manera importante la cuota de audiencia de la TV estatal. Según lo indica el Centro Carter, un ranking por la agencia AGB Nielsen de todas las horas durante el período entre enero y junio del 2013, halló que la televisión estatal tenía una cuota de audiencia de apenas el 8,4 por ciento. Además, los canales privados y públicos analizados en el estudio del Centro Carter conforman apenas el 54 por ciento de la cuota total de audiencia para toda la programación. Entre el restante 46 por ciento se encuentran otros canales privados que transmiten noticias y cuya cobertura es bastante pro oposición [2].

De cualquier manera, queda bastante claro que las afirmaciones que indican que casi toda la TV está “controlada por o aliada con el gobierno” son falsas. La televisión estatal puede elogiar a Maduro durante todo el día, pero los medios privados están llegando a un número de personas varias veces más grande con el sesgo opuesto en su cobertura.

Finalmente tenemos las ‘cadenas’, a través de las cuales todas las emisoras están obligadas a transmitir los discursos del presidente (esta ley existe desde antes de la era de Chávez). Sin embargo, el presidente Maduro no utilizó las cadenas durante el período de campaña (abril 2 a 11) y utilizó solamente una antes del lanzamiento de la campaña. El período de monitoreo del Centro Carter es de entre el 28 de marzo y el 16 de abril y el informe incluyó cuatro cadenas en los dos días posteriores a las elecciones. Éstas no debieron haberse incluido, ya que ocurrieron después de las elecciones y sesgan los resultados un tanto, dado que son contadas en la cobertura electoral.

Retornando a las afirmaciones iniciales, podemos decir concluyentemente que todas ellas son falsas. Leopoldo López es un político, así que se le puede disculpar por las hipérboles (al igual que a los críticos derechistas del presidente Obama en Estados Unidos, quienes le llaman un “dictador socialista”.) Pero el New York Times y el CPJ deberían tener más cuidado de no presentar afirmaciones falsas como hechos.

A continuación se muestran algunos enlaces a reportajes sobre eventos recientes por los medios privados de TV más importantes:

 

  • Entrevista con Henrique Capriles en Venevisión
  • Reportaje de Venevisión sobre las manifestaciones de oposición
  • Reportaje de Globovisión sobre las manifestaciones estudiantiles
  • Entrevista con Juan Guaido, miembro del partido político de Leopoldo López, en Globovisión
  • Entrevista en Venevisión con Tomás Guanipa, líder del partido de oposición Primero Justicia
  • Entrevista en Globovisión con María Corina Machado

 

 


[1] El Centro Carter observa que el 57 por ciento de la cobertura de las noticias en su muestra es de Maduro y 34 por ciento de Capriles, pero esto no toma en cuenta el número de televidentes. Los cálculos hechos anteriormente toman en cuenta la cuota de audiencia de ambos Globovisión y VTV, los cuales ambos le dieron 90 por ciento de su cobertura electoral a Capriles y a Maduro, respectivamente.

[2] Esto incluiría también a NTN24 de Colombia, canal que es agresivamente pro oposición y a cuyos periodistas la semanada pasada se les fue revocadas sus credenciales, y a CNN en español, entre otros. La distribución del mercado de 74 y 26 por ciento para las emisoras privadas y públicas más importantes, respectivamente, está basada en “recientes eventos destacables clave” y probablemente refleja una medida basada en eventos que todas las emisoras más importantes están transmitiendo a la misma vez, como p. ej., el funeral de Chávez, el cual es citado como uno de estos eventos. En una situación como ésta, es verosímil que VTV, el canal estatal principal, pueda obtener un 26 por ciento de la cuota de audiencia de la programación de noticias. Sin embargo, es menos probable que una emisora que en promedio tiene una cuota total de mercado de apenas un 8,4 por ciento, tenga televidentes que estén constantemente cambiándose de los canales privados y más grandes a ese canal, solamente para ver las noticias transmitidas por ese canal durante todo un período más largo de tiempo, como por ejemplo, durante las semanas de cobertura electoral.


Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research, en Washington, D.C. También es presidente de la organización de política exterior, Just Foreign Policy.

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