28 Octubre 2011
Dean Baker
Debate Club (U.S. News & World Report), 17 de octubre, 2011
El Pais (Spain), 26 de octubre, 2011
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Los llamamientos a la derogación de la ley Dodd-Frank de reforma financiera son algo más que estrafalarios. Solamente hace tres años que el sistema financiero en su conjunto estuvo al borde del colapso, con el presidente Bush alertándonos de una segunda Gran Depresión si el Congreso no aprobaba rápidamente un plan de rescate masivo.
Esta crisis fue el resultado de un sistema financiero pobremente regulado que permitió millones de hipotecas de las que no se esperaba su pago. Se empaquetó estas malas hipotecas en títulos respaldados por estas hipotecas y otros más instrumentos complejos, y todo ello se pasó a los compradores ingenuos en todo el mundo. Y vimos corporaciones como AIG lanzando centenares de miles de millones de permutas de incumplimiento crediticio (CDS) que no tenían ninguna posibilidad de sostener.
Así era el mundo antes de la ley Dodd-Frank [que fue aprobada el 21-7-2010. NdT]. ¿Es este el mundo que los que piden la derogación quieren hacernos traer de vuelta?
La Dodd-Frank está lejos de representar una ley perfecta. Podría haber sido mucho más dura. Por ejemplo, podría haber requerido que los bancos demasiado-grandes-para-quebrar se hundieran solitos, de manera que no pudieran vivir a costa de una garantía implícita del apoyo del Gobierno si se metían en problemas. Podría haber también restituido una estricta barrera tipo ley Glass-Steagall [que se aprobó en 1933 y se derogó en 1999 después de múltiples presiones de los cabilderos financieros. NdT] que prohibiera a los bancos que tuvieran depósitos asegurados por el Gobierno participar en inversiones de riesgo o en actividades de fondos de alto riesgo (hedge fund).
Pues hace los riesgos del sistema financiero más transparentes. Y aporta a los reguladores una alternativa a los rescates para lidiar con una situación del tipo Lehman-AIG que enfrentamos en el año 2008.
Teniendo presente el desastre económico que fue provocado por la mala gestión del sistema financiero, la Dodd-Frank es en realidad una ley muy permisiva. Sus oponentes han puesto de relieve los requisitos de tramitación que impone la ley. De hecho, los bancos pequeños no se verán obligados a hacer frente a la mayor parte de los requisitos puesto que están explícitamente exentos. Los Goldman Sachs y J.P. Morgan del mundo se especializan en la creación de documentos por lo que tendrán pocas dificultades para ajustarse a los requisitos de la ley.
Sin embargo, la cuestión más importante es la lógica de esta queja. Existe un montón de papeleo innecesario en el Departamento de Defensa que, siguiendo la lógica de los que se oponen a la ley Dodd-Frank, deberíamos suprimir y empezar de cero.
Tal cosa no tiene sentido como no lo tiene derogar la ley Dodd-Frank. Los partidarios de la derogación deberían exponer sus quejas específicas sobre la mesa y discutirlas. Esta es la forma en que la gente seria hace las cosas.
Esta columna fue traducida por El Pais, después de haber sido publicada por U.S. News and World Report el 17 de octubre de 2011. Dean Baker es un macroeconomista estadounidense y cofundador del Center for Economic and Policy Research.