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La OEA debe rendir cuentas por su papel en el golpe de 2019
Washington, DC ― Lo que aparentemente es una abrumadora victoria de Luis Arce, candidato presidencial del Movimiento al Socialismo (MAS), en las elecciones de 18 de octubre en Bolivia es un triunfo para la democracia y un triunfo contra el golpe militar, contra el racismo y la persecución política que han marcado la gobernabilidad del país en los 11 meses pasados, señaló hoy el codirector del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, por sus siglas en inglés), Mark Weisbrot.
Si bien los resultados oficiales de la votación del domingo pasado aún no se han anunciado, los resultados del conteo rápido no oficial realizados por empresas privadas muestran a Arce con más del 50% de los votos y un margen de victoria de más de 20 puntos sobre el candidato en el segundo puesto, Carlos Mesa. Estos números están muy por encima de los necesarios para evitar una segunda vuelta. Mesa admitió la derrota hoy, y la presidenta de facto Jeanine Áñez felicitó a Arce por su victoria poco después de las 12:30 a.m. Hasta el momento, los resultados oficiales indican que, basándonos en los patrones observados de votaciones anteriores, Arce logrará fácilmente una victoria en primera vuelta.
“Este es un paso importante hacia la restauración de la democracia casi un año después de un golpe militar”, dijo Weisbrot. “Nadie discute que Evo Morales fue elegido democráticamente en 2014 y que su mandato no había terminado cuando fue obligado a dejar el cargo; aunque por alguna razón muchos espectadores han evitado utilizar la palabra ‘golpe’. Las elecciones son una forma mucho mejor de determinar quién dirige el Gobierno.
“Pero a Bolivia aún le queda camino por recorrer para restaurar la democracia y garantizar la justicia para las personas que han sufrido bajo este régimen, incluidas las familias de quienes fueron masacrados en noviembre en los días posteriores al golpe”.
Un estudio reciente de la Clínica Internacional de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de Harvard y de la Red Universitaria por los Derechos Humanos (UNHR) encontró que el mes del golpe fue “el segundo mes más mortífero, en términos de muertes de civiles cometidas por las fuerzas estatales, desde que Bolivia se convirtió en una democracia hace casi 40 años”.
Y especialmente, lo más importante para el hemisferio, señaló Weisbrot, es que “la OEA debe rendir cuentas por su papel central en el apoyo al golpe de noviembre. Legisladores, incluyendo miembros del Congreso de Estados Unidos, deben asegurarse de que la OEA no destruya otra democracia mientras actúa como observadora electoral”.
“Debería haber una investigación exhaustiva — como han demandado los congresistas estadounidenses — del papel de la OEA y de su secretario general Luis Almagro, quien sentó las bases políticas del golpe en una serie de declaraciones e informes falsos”.
“No debería sorprendernos que Arce lograra una victoria tan imponente”, dijo Weisbrot. “Cuando fue ministro de Economía de Evo Morales, Bolivia experimentó impresionantes logros económicos y sociales que beneficiaron a millones de personas, incluidos a muchos de los partidarios indígenas de su Gobierno, que constituyen casi la mitad del país y que habían soportado durante mucho tiempo altas tasas de pobreza y exclusión social. El fuerte crecimiento económico durante esos años permitió a Bolivia reducir la pobreza en un 42% y la pobreza extrema en un 60%”.
“El golpe fue un intento de excluir del gobierno, una vez más, la voz de los pueblos indígenas de Bolivia; y de conseguir que la élite tradicional blanca y mestiza ganara lo que no pudieron ganar en las urnas durante 14 años”.
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